1.15.2008

Bienvenidos a la barbarie

por Ramiro Llona

El alcalde de Barranco se ha impuesto como cruzada personal la instauración y permanencia de la prepotencia y de la ignorancia. Su último atropello será rodear con vallas el perímetro del Museo de Arte Contemporáneo de Barranco con el propósito -además de alquilar los espacios para publicidad- de negar visualmente la realidad de un proyecto que se está gestando en su distrito con el único propósito de darle a la ciudad un Museo de Arte. Como bien sabemos, Lima es una de las pocas ciudades de Sudamérica, sino la única, que no tiene un Museo de Arte Contemporáneo.
El proyecto de crear un museo para la ciudad estuvo en manos del IAC por más de 50 años. Los lectores de Perú.21 han podido seguir con detalle la polémica que se desató a raíz de la poca transparencia con la que se tomaron ciertas decisiones. La misma sirvió para corregir rumbos, hacer mea culpas y redireccionar el proyecto a través de la constitución de una nueva directiva, de la contratación de una museóloga y de un equipo de profesionales cuya tarea es generar apertura, transparencia y acercamiento con los ciudadanos de Lima y, en especial, con los de Barranco, que será el distrito favorecido directamente por la construcción del museo.
Es extraño que el universo de las Artes Plásticas en el Perú no goce del prestigio que sería lógico en un país con una herencia cultural tan rica y compleja como la nuestra. Por razones históricas y políticas de corto plazo, la cultura no se ha instalado en el imaginario nacional como una realidad urgente e imprescindible que es, a la vez, fruto y alimento de la identidad nacional.
Oponerse a la construcción de un museo es un acto de enorme ignorancia, además de ser un acto autoritario y unilateral, como ha demostrado el alcalde con su constante negativa a entrevistarse con la directiva del MAC. Es como decirles a los ciudadanos del distrito (que lo eligió con una diferencia de votos mínima) que está prohibido leer, pasear en un parque de esculturas, escuchar música, tener la oportunidad de ver arte. Es decir, que está prohibida la cultura y que solo está permitido mantenerse en la ignorancia.
El alcalde de Barranco debería saber que, en otros países, la gente visita los museos y que la cultura es parte integral de la vida. Alguien debería contarle que, en otras ciudades, las personas, las parejas, los amigos y las familias enteras hacen largas colas y llenan las salas de los museos en un intento de enriquecer sus vidas, de crecer, de ser mejores. Algún asesor remunerado debería comentarle que es imposible imaginar el progreso divorciado de la cultura. De pronto el alcalde cambia de opinión. o de pronto no.
No olvidemos que esta situación que ahora nos afecta directamente es, en parte, una herencia de alcaldes anteriores, de gestiones fallidas, de actitudes prepotentes. La diferencia es que ahora es nuestro turno, nos toca actuar a nosotros y protestar. Si no lo hacemos y permitimos el atropello que está a punto de cometerse, lo único que nos quedará es decir: bienvenidos a la barbarie

Tomado de Peru 21, (29 - 11 – 07)